Verdugo.

Lento, despacio, con cuidado, paciente, frío, calculador, preciso. No debe haber error, él está atado a la cama, yo tengo la herramienta que acaba con su vida, me acerco. debe morir, la ley dice que debe morir. Me mira, me fulmina con la mirada, esta nervioso, alterado, agitado, sabe que su fin esta cerca, que todo el tiempo que le queda depende de la tranquilidad con la que yo le mate. Me odia, no tiene motivos, no es culpa mia, pero me odia, me mira con desprecio, con repulsión, pero sabe que yo decido, sabe que yo voy a poner fin a todo, sabe que lo que sujeto en mi mano izquierda es su pasaporte al infierno. Tendría sueños y ilusiones, quizá tenga hijos, mujer o perro. Todo da igual ahora, todo se perderá en breves instantes.
Me acerco a él, me grita, no le escucho, intenta moverse pero esta atado a la cama, un guada le golpea fuertemente con la culata de su arma para que se calme, le empieza a sangrar la cabeza y su pelo se tiñe de rojo, grita, llora, enloque, me da igual, he de mantener la compostura, se lo merece, debe morir, debo acabar con su mierda de existencia. le agarro el brazo, busco el punto exacto, apunto, le clavo la inyección, él vuelve a grita, jadea, el guarda le grita a él, le amenaza y le sujeta. Termino de inyectarle todo el veneno, retiro la aguja, la limpio, espero.
Le miro a los ojos, esta sudando, tiene sangre por la cara del golpe, ha entrado en un ataque de pánico, está atado a una cama esperando a morir, sabe que ya es inevitable pero quedan dos minutos de agonía. Se ríe, me vuelve a mirar, se vuelve a reír, a enloquecido, pasan los segundos hasta el punto final, uno, dos, tres. Grita, se zarandea, me amenaza. Yo le miro con superioridad, le doy a entender sin gestos que haga lo que haga nada puede importarme, en algo mas de un minuto, el estará muerto y yo volveré a mi casa, con mi familia. Él ya no podrá volver nunca mas a su casa, nunca más podrá volver a ver a los suyos. Solo le queda esperar paciente. Solo le queda mirarme, mientras se muere, a mi, a la persona que acaba de matarlo sin ninguna razón, a alguien desconocido. A su verdugo.

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