Viejo que fuma por las aceras.

El viejo se apoyaba sobre un coche,
fumando un cigarrillo de costumbre antigua, que ahora, se veía perfectamente que le estaba matando,
fruncía el entrecejo,
terco,
y malhumorado,
odiaba su odio hacia su vicio y ver a los demás tan jóvenes y tan sanos.

El viejo,
soltó una tos que llamaba a las puertas del hades,
con su traje de domingo que ya se pone de miercoles a martes,
y sus músculos temblando de la necesidad de dar otra calada.

Se mantiene usted entero, le espeté, indignado de que no apreciase su vida,
yo también fumo pero sabré cuando hay que dejarlo.
El viejo me miro atento y arrugó aún más su cara de viejo,
me dijo, hijo,
vete a tomar por culo que si me quiero morir me muero,
yo elegí participar de este duelo y ahora la vida me las paga todas juntas.
Vosotros os creeis que los sabeis todo pero detrás de cada cigarro hay una vida y detrás de cada vida una historia incompleta que nadie sabe.
Por lo tanto, vete a tomar por culo repito, dejame que me muera agusto.

No hubo consejo más allá de las palabras de desagrado,
desagradecido el viejo que no quería ayuda,
de un chaval erróneamente obstinado.

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