Coimbra 1.

La señora de la tienda de ultramarinos,
A la que le debía dinero,
Cuando no tenía para comprar fruta,
Todavía se acuerda de mí
Me recuerda desde que era un muchacho
Y me reconoce ahora que soy adulto.
Es uno de los últimos reclamos
Del mundo que una vez muchos vivimos
En un tiempo
Dónde el sol brillaba mas
y el autobus sonaba diferente.

Me
Alegro,
Que sea ella,

La que me dice buenos días
Y “cuanto tiempo”.
Con una sonrisa suficiente.
Ella está estuvó ahí
Y continua.
Perenne,
En un tiempo perenne.
Me pregunto cuando volveré a ver a esa señora.
O si volveré jamás.

Si volveré a a veros.
Si volveré a subir todas las escaleras sin aliento.
A mirarnos desde arriba y silbar
Entre aquellas
Casas sin puertas
Esquinas sin fondo
Y todos esos tejados
En los que andábamos cuando intentábamos convencernos de que esto nunca.
Acabaría.

Era un buen sitio donde mirarnos.
Cruzando el valle
Saludando con todo el brazo
Esperar corriendo a darte un abrazo
A ti y a ti y a ella.
Que formáis parte de mi recuerdo

Y habéis muerto conmigo.

Adios de nuevo.
Todo parece más blanco ahora
y sin quitarle mérito al tiempo
Solo veo un cartel distinto
Reconozco todos los ladrillos
todas las raíces y todas las grietas
por las que un día pasé las manos
buscando grabar,
en mis huellas.
esta esencia tan bella.

Parece que lo he conseguido.

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