Cena vacía

La mesa sigue igual que cuando te fuiste,
solo se movió un tenedor del portazo de tu marcha
y el peso del tiempo ha podrido la comida,
pero ha sobrevivido a muchas horas de gritos,
a más de una borrachera y botellas de vino partidas,
ha visto como el resto se derrumbaba,
y como las paredes pasaban a ser tumbas
yo muerto y la existencia un caos,
pero la mesa,
aquella en la que comías,
cuando te atragantaste de mi y te fuiste,
sobre la que yo lloré,
donde tu plato estaba a medias,
había puesto incluso algo de fruta,
y una vela,
que ahora esta apagada, consumida, desaparecida.

Lo he guardado por ti,
porque pienso que algún día volverás,
a estar a tu anchas y la vida no será tan difícil,
y los dos podremos terminarnos el postre.
Volver a vernos y darnos un beso.

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