Lunes.

Qué tiempo aquel, donde podía
Darte la bienvenida cada vez que vengas a casa.
con la cena por hacer.
Pero qué más da.
Todo lo demás, lo vale.

Eso pensaba, cada mañana,
cada día que haya tenido que levantarme antes,
solo para hacerte saber que seguía con vida.
Por cada mueca puesta delante del espejo, mientras
te miraba y te acariciaba el pelo.
Que cuatro paredes,
que irradiaban libertad
cariño.
Que tiempo de ternura infinito.
Refugiarme sobre tu pecho
como si fuera un puto asilo nuclear.
a prueba de guerras mundiales,
de guerras personales
o de otra tragedia de la vida.
Demasiado acostumbrada a reirse de mí.

Puta melancolía
 y otro montón de días grises donde llueve pena
el cielo se parte por la mitad
tirando ira, en formas negras.
No veo la luz del tunel
y la verdad,
que no me importa.
Que tenga un accidente y me lleve un coche por delante.
Que cualquier día,
es un buen día.
Y sino preguntenlé a los afortunados.
que ya no están arrojados.
a este mar de carreteras y pantallas con fundas de colores.

Llegará un día,
que no me coja el amanecer de un lunes.

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