Crudeza.

Un amor crudo,
carente de nominativos salvajes,
definido por las ganas de verse
y la sonría después de follar,
Cuyo único desliz,
son los besos cuando hemos pasado un par de días sin tocarnos,
que se cogen con fuerza,
porque las ganas de verse parece ser la única moneda.

Un amor sin palabras,
recio, terco, imparable,
serio,
de mirada dura y de mano severa,
que te coge y te exprime
y no te saca más que lo que llevas en los bolsillos.
Tan honesto,
que no necesita llamarse,
ni que lo llame nadie,
que para eso ya estamos nosotros.

Un amor donde no vale el dinero,
ni la ropa,
ni las risas,
ni los poemas dedicados.
Un amor sincero.
Como una mueca.
Honesto,
Sin diseños por encima,
ni flores en jarras,
ni manchas de pintura.
Algo que no es líquido,
ni sólido,
pero es fuerte,
muy fuerte,
tanto como para atarte
y hasta el final,
no dejarte ir.

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