Abril 3.

Juega con mis recuerdos.
Llévame de la mano a sitios en los que fui feliz.
Y paséate,
presumida y atemporal,
como si ese siempre hubiera sido tu sitio.
Escóndete entre la sombras de los edificios que una vez
amé mirar,
esperando que me vuelva a mover por delante
para darme una sorpresa.
Llévate mi melancolía con una risa de niña,
y la cara esa que pones cuando te azota la primavera.
Dame besos donde nunca me los dieron,
llévame a donde nunca estuve de mi propia casa.
Enciérrate conmigo en un cuarto de invitados que nunca he usado
e inventaté,
como podía haber sido si tu hubieras estado.
O como puede ser ahora que estás
y vuelve a ser un sitio donde ser feliz y no un pasado.

Cuéntame historias que no tengan nada que ver con nosotros,
para que yo las recuerde
y las cuente también.
Ven a nadar conmigo por la memoria,
siempre difusa, tan perenne como personal.
Reviéntala.
Hazla añicos y reconstrúyela de cero poniendo tus colores,
tus ojos marrones,
tu pelo caído hacia los lados,
tus labios y tus mofletes llenos de cosas buenas,
de palabras que no se dicen si no es a besos,
y de reírte del tiempo,
sobretodo del tiempo.
Porque no estuviste cuando yo estaba,
y sin embargo ahora pasarás a estar para siempre.
Que los recuerdos pueden escribirse tantas veces como nosotros los vivamos.
Siempre a deshora,
siempre borroso,
siempre propio.

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