Diciembre II

Siempre habrá cosas que echar de menos.
Si me voy ahora se que no volveré,
y que la puerta se cerrará con una metáfora que no tiene nada de bonito.
Sin darnos cuenta,
y sin quererlo,
pronto nos empezaremos a encontrar en el metro.
Pero nunca seremos nosotros.
Sólo fantasmas, que vuelan en cada reflejo,
en cada similitud a una vida pasada,
volarán cerca
cada vez que yo vea tu abrigo de plumas
o tu mis zapatillas rosas.
Seremos invitados indeseados en nuestras propias vidas.
Un mal mayor,
que se quiso exterminar,
pero sin mirar la factura de lo que costaba llenar de gas tu casa.
Seremos gente que antes se conocía
y ahora se desconoce,
que desea encontrarse y teme encontrarse.
Que tiene ganas de volver a hablar
y aprovecha para leer los libros regalados,
que hasta ahora cogían polvo en el estante de encima de la cama.

Cuidado no te caigas,
cuando me veas de verdad,
yo estaré siempre pendiente,
con un ojo puesto en tus pasos,
y otro en no cruzar los míos.
Lo siento,
es lo que hay.
Nunca quisimos que fuera así,
y ahora no puedo llamar al timbre.

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