Octubres II

Con la camiseta manchada y el pelo sucio se puede sentar uno a escribir quien puede ser o como le gustaría que fuese la vida.
Entornar la persiana lo justo, para dibujar un ambiente que parezca un sueño
y así poder dejar al cerebro campar a sus anchas.
Soñar con espadas de madera que consigan trofeos y con premios ganados sin esfuerzo.
Pensar en la meta,
sin pasar por el camino,
matar al aprendizaje.

Una foto que te defina de la mejor manera,
con todos los adjetivos que dicen de ti, incluso sabiendo que es mentira.
Y al final, que cuando todo se abandone,
tu tumba pronuncie esas palabras.

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